viernes, 15 de febrero de 2008
XI
-y ¿Qué quieres que te explique?- musito el anciano que no desviaba su vista del peral.
-quiero que me expliques quien eres, y que haces aquí-
-¡vaya!, pensé que eras de esas mujercitas que no necesita explicaciones, de esas que se conforman con acciones y sus propias cavilaciones- el anciano sonrió- mira, si hasta me salio verso-
-no estoy para payasadas… y si… o sea… ¡ah!- Ágata se restregó la cabeza frenéticamente- me ha confundido entera- tomo un suspiro- a lo que voy es que el “Doctor” me dijo que usted no era quien aparentaba, y quiero saber que esconde…-
- la curiosidad mato al gato, ágata-
- pero el asombro lo revivió, señor-
-no te puedo dar las cosas tan fáciles, querida… así no funciona este mundo.
- y para que adaptarse a la rutina, ¡que aburrido!
- no me refiero al mundo de afuera… sino a este, cariño.- la miro directo a los ojos y recién ahí ágata se percato de que eran profundos y delicados, vidriosos y suspicaces como los de un gato en frente de una presa jugosa, entonces supo que en algo tenia razón el doctor, el anciano no era un simple ser inofensivo- además esta rutina me ha servido.
-¿servido para que?
- las respuestas te las iras ganando sola-
-es que…- replico con tono infantil.
- has visto lo lindo que es este peral- el viejo volvió la vista hacia arriba y ágata en un acto de inercia hizo lo mismo: vio ramas, pajaritos, nidos… sus gélidos adentros se enternecieron en ese instante, la curiosidad le asalto: quería saber que había mas arriba.
Casi adivinando las intenciones de la niña, el anciano agregó:
-ve ágata, aquí nadie viene, y te aseguro que cualquier castigo lo vale- ella lo miro con algo de recelo, para ver si veía algo de maldad en sus facciones, pero solo se encontró con una sonrisa afable y una mirada tranquila.
Sin pensarlo más comenzó a subir con esa agilidad que le otorgaba su menuda figura, el contacto con la madera la relajaba, y el olor que expelía ese árbol le hacia pensar en las cosas mas lindas que jamás conoció. Llego hasta la mitad y encontró una rama en la que podía sentarse. Se acomodo lo mejor que pudo y alzo su cabeza dejando que los rayos de sol que se colaban por entre las ramas le acariciaran cada espacio de su piel, cada fibra de su cabello -¡que bien se siente- pensó, pero entonces se recordó que no estaba sola. Miro hacia abajo y se dio cuenta que el anciano ya no estaba:
- vaya, que esperabas ¿Qué estuviera abajo listo para atajarte si caías?- suspiro- que va, puedo quedarme aquí un momento mas, en tranquilo y puedo reflexionar- cerro los ojos nuevamente y se quedo con el simple sonido del viento ultrajando las hojas que caían muertas. Sin quererlo comenzó a tararear la melodía que estaba escuchando el anciano cuando lo vio por vez primera… estaba en esa absoluta tranquilidad cuando algo la incomodo, algo le obligo a abrir los ojos, lo primero que vio fueron hojas y nada mas que hojas, pero tenia esa incomoda sensación de que observaban. Entonces cayó en la cuenta de que estaba sobre el peral que se veía desde la ventana de su habitación. Miro hacia atrás lentamente, y se encontró de lleno con esos ojos verdes, profundos, sin vida. Un escalofrío invadió su cuerpo:
-¿qué haces sobre mi peral?- pregunto su interlocutora con ese tono lánguido y agudo que la caracterizaba.
-pues… no sabía que era tu peral…- contesto ágata con su mejor voz y haciéndose un poco hacia atrás, ya que estaba a unos 2 metros de la niña, y de ahí sentía ese frío que ella expelía-
- has hecho mal, ágata… muy mal- y en un acto brusco la niña hizo como que se lanzaba sobre ágata, quien para esquivarla se hecho hacia atrás con la misma brusquedad que su acompañante, apoyando mal el pie, perdiendo el equilibrio y cayendo desde lo alto del árbol.
La niña que nunca había saltado de la ventana se la quedo mirando desde arriba, riendo amargamente:
-¡eres una tonta!- fue lo ultimo que ágata le escucho, después todo era borroso y pasaba como en cámara lenta.
 
Expulsado por...ImportaRealmente? at 11:59 ¤ Permalink ¤ 0 Palabras Bonitas
domingo, 10 de febrero de 2008
X
Salió de la habitación y comenzó su andanza sin rumbo por entre los pasillos. Una recelada caminata, alerta a cualquier paso en falso cometido por otros. Pensaba en la mirada de su compañera de cuarto y sentía unos escalofríos terribles que le invadían el cuerpo entero. ¿Era posible que una niña como ella terminara aquí?, una pobre tipa amargada, preocupada más por las acciones del resto que las suyas propias. –una fracasada de la vida- pensaba Ágata mientras vagaba por el hospital psiquiátrico.
Estaba en estos pensamientos cuando sin notarlo llega a esa puerta que le era conocida, aquella donde tuvo su primera conversación con un doctor.-Doctor, que descaro el sumarse un par de grados por el simple hecho de ser médicos. Deberían darles algún tipo de sanción por hacerlo-musitó sin notar que por sus espaldas se abría la puerta en donde el hombre de imponentes anteojos le tomarçia de sorpresa el hombro a Ágata.
-¿Puedes entrar a mi oficina, por favor?
-Claro Señor.
Entraron y se sentaron en unas sillas que les dejaban frente a frente.
-Así que, ¿Es eso es lo que opinas de los médicos?
-¿Me ha oído?
-Creo que si quieres pensar deberías hacerlo en voz baja.
-Mi intención no era ocultarlo, no está mal que diga la desfachatez que comete usted al hacerse llamar por Doctor, ¿No lo cree?
-Para nada, al contrario está muy bien que me digas esto, tomando en cuenta que no te habías comunicado mucho hasta ahora.
-Tengo mis motivos.
-Cuéntame un poco más de eso.
-En mis 13 años de vida no he hablado más que conmigo misma. He tenido suerte al haber encontrado un par de libros en mi habitación para leer en mi tiempo libre que, créame, no escaseaba.
-¿Te gusta la lectura?
-Sólo a un imbécil no le gustaría.
-¿Y qué clase de libros te agradan?
-Todo aquel que tenga un comienzo, desarrollo y final. No se debe ser exigente con los pobres escritores ya que no son más que eso, sólo gente que necesita dinero y escribe para “ganarse” el pan diario. En algún lado leí que no había que creer lo que se lee… Y no le creí. Lo imperdonable es no sacar conclusiones de lo que se lee o criticar las historias.
-En mi adolescencia tenía como hobby la escritura pero nunca lo tomé realmente en serio.
-¿Y por qué no?
-Creía que podía ganarme el pan de otra manera.
-Al parecer es de andar por el camino difícil.
-¿Por qué lo crees?
-Cualquier otro hubiera preferido escribir boberías antes de estar en la universidad 10 años.
-¿Tú qué hubieras preferido?
-Entre escritora o psiquiatra…prefiero ser yo.
-No era una de las opciones.
-Que no me la hubiese dado usted no significa que no estuviese.
-Cierto.
-...¿Me llamo a su oficina sólo para conversar de esto?
-De hecho era por algo más serio. El otro día tu hermana vino a visitarte, por lo que me contaron, y te entregó un pequeño paquete, el cual guardaste rápidamente como queriendo ocultarlo. Dime Ágata, ¿Qué había en ese paquete?
-Algo que ya no existe.
-¿Qué hiciste con ella?
-Lo que debía hacer.
-Si tienes algo que contarme antes de cualquier castigo te sugiero que me lo digas ahora.
-Hablaré cuando tenga algo que decir.
-Ágata, las cosas no son tan simples como parecen…
-Las cosas son como usted quiere verlas. Para mi eso no significaba nada e hice lo que haría con algo insignificante, simplemente desecharlo, ¿O acaso creía que sería capaz de consumir esa cosa?
-No lo sé, dímelo tú.
-Veo que los sarcasmos no son lo suyo.
-Está bien, pero… ¿Dónde lo “desechaste”?
-¿Quiere ir a buscarla?
-No, es sólo que quiero corroborar si lo que dices es cierto o no.
-Yo le creía más imbécil, con todo respeto. Si lo que busca es mi confianza deberá ganársela.
-¿Y cómo puedo hacer eso?
-A usted le gusta el camino difícil, supongo que deberá averiguarlo de otra manera que no sea preguntándomelo.
-Si eso es lo que quieres entonces lo haré así. Ahora ya puedes retirarte, pero antes debo advertirte sobre el anciano con el que haz entablado conversaciones… no es lo que aparenta.
-Nadie lo es, bienvenido a la vida.
Y se puso de pie dispuesta a buscar al único con quién podría hablar dejando de lados los rodeos.-Si el abuelo tiene algo que explicarme de esto, supongo que tendré que preguntarle-. Y emprendió camino en busca del anciano de Beethoven como se había acostumbrado a llamarle en sus pensamientos.
 
Expulsado porAmanda~Pajarandina at 20:01 ¤ Permalink ¤ 0 Palabras Bonitas
jueves, 3 de enero de 2008
IX
Soltó a su nuevo compañero, y dio media vuelta. Tenía algo en sus ropas interiores que le perturbaba:
-Isabela y sus estupideces, no puede verme tranquila- refunfuñaba mientras palpaba la pequeña bolsita- estoy segura que me quiere poner en aprietos, pero no lo lograra…
Llego a su habitación donde solo se encontraba una de las niñas mirando el peral antes descrito a través de la ventana. No presto mayor atención a la llegada de ágata, estaban más interesantes sus cavilaciones al parecer:
-mejor así- se dijo para sus adentros y se dispuso a sacar la “pequeña felicidad” de su hermana, lo rajo por arriba y comenzó a vaciarlo por todos los rincones de la habitación (en realidad no era tanto polvillo, así que se disipo raudamente con el viento que corría en esas fechas).
– Ya esta, ahora que se joda- susurro en voz baja con una sonrisa
-¿Quién se jodera?- pregunto la niña sin voltearse aun
-¿por que tendría que importarte?- contra ataco ella de mala gana, le apestaba la gente entrometida.
- me importa todo lo que ocurra aquí- fue ahí cuando la miro directo a los ojos, tenia los pómulos muy marcados, una cabellera larga, rubia y algo ondulada, y unos ojos… esos ojos!. Eran de un verde profundo, pero se veían sin vitalidad alguna, opacos y fríos. Casi intimidaban a ágata:
-ah, ¿si?..., y ¿Por qué?, si puedo saber claro- dijo mientras se sentaba sobre su catre
-porque esta es mi casa, y como dueña de casa que soy debo saber todo lo que aquí ocurre, ¿no crees?- paseaba su vista por la habitación, como hablándole a nada en especial.
-eh, por supuesto…si…- titubeaba un poco, y se sintió tonta al hacerlo. Esa niña la perturbaba un tanto, así que prefirió salir de la habitación. Cuando se iba retirando la “dueña de casa” agrego:
- has ensuciado mi casa…, eso es feo, ¿sabes?- comenzó con pequeños sollozos- no te imaginas cuanto me cuesta limpiar todo, y llegas tu a ensuciar mi arduo trabajo… ¡arpía!- chillo mientras se ahogaba con su llanto- ¡Arpía!¡arpía!¡arpía! ¡ARPIAAAAAAA!
-cálmate… vendrá una enfermera…y…, ¡cállate!- se acerco a taparle la boca, pero la joven la repelió a punta de rasguños. En eso apareció la infaltable enfermera:
-¡niñas, sepárense!- se metió entremedio de las dos. La joven con cabellera rubia se dio media vuelta indiferente, como si nada hubiese pasado. Ágata en tanto se veía confundida.
- a ustedes que les pasa…, ven ágata- y la cogio por el brazo
-pero… no he hecho nada…- protesto con fuerza.
-solo sígueme – se acerco para susurrarle al oído – es lo mejor que puedes hacer… comprenderás que ella es diferente a ti, no le gusta que la perturben cuando mira “su” peral.
- ¿Qué ve en el tan importante?- consulto con tono de inseguridad fingida
- no lo se, supongo que sueños e ilusiones… alucina… comprenderás que su enfermedad es así…
-¿es enfermedad soñar?
- no me refería a eso pequeña
- ¿entonces a que?
- eres muy curiosa…
-¿esquiva las balas tan bien como las preguntas?
- nunca lo he probado- y rió nerviosamente – ahora procura no volver a entrar a la habitación…, tendremos que medicar a Alicia.
Y la enfermera entro de nuevo con su “armita” en la mano.
-que cómica situación… y que peculiar muchacha.- se dijo para sus adentros mientras salía al ante jardín – que cómica situación…
 
Expulsado por...ImportaRealmente? at 17:55 ¤ Permalink ¤ 1 Palabras Bonitas
miércoles, 26 de diciembre de 2007
VIII
Se sentó en una silla que la dejaba frente a ella y le miró a los ojos hasta esperar alguna pregunta de parte de su hermana mayor, la que no tardaría mucho en hacerse.
-Estás bien aquí?, no quieres que te lleve denuevo a tu casa?
-A tu casa?, no te preocupes que ahora tengo la mía propia.
-Vaya!, estás hablando mucho ahora, antes no me respondías con más que un movimiento de cabeza.
-Tengo mis motivos para hablar.
-Y antes no los tenías?
-Quieres que te responda?
Se miraron fijamente a los ojos, Ágata esperaba el más mínimo descuido de ella para contratacarla pero Isabela sólo enmudeció.
-Me lo esperaba de ella, nisiquiera sabe por qué está aquí ahora-
Isabela se puso de pie y se acercó a la pequeña tomándole ambas manos.
-En algún momento me entenderás.
Le entregó un paquete con heroína y se fue sin mirar atrás.
Ágata lo guardó en sus ropas interiores y se dirigió al patio del manicomio.
Afuera vió un lugar lleno de colores cafés y negros, nada verde crecía en esa tierra.
Vaya, que descuidado está un lugarcito tan bello como este y recordó aquellos días enteros mirando por su ventana hacia el exterior. Siempre estuvo verde el pasto, los árboles frondosos de tantas hojas y acá sólo había algo de paja y unos árboles con nada más que ramas.
A lo lejos se veía un árbol algo peculiar que le llamó la atención y se dispuso a ir a él. Se subió con dificultad a la parte más alta de este y miró a los alrrededores.
-Una fábrica junto a un manicomio?!, qué demonios hace esa cosa junto a mi templo?, esto realmente me ha indignado debo hacer algo al respecto estamos siendo contaminados con su dióxido de carbono y quizás cuántos químicos más
-Lleva un par de años ahí- dijo el anciano con el que había entablado una leve conversación en el desayuno.
-Fábrica de qué es?
-Dicen que de cajas
-Existe eso?
-Estás viendo lo mismo que yo, no?
-y qué hacen allí?
-no te dije que era una fábrica de cajas?
-Pero es que no lo parece...
Lejos de parecer una inocente planta de fabricación de cajas parecía una especie de central nuclear. Era definitivamente demasiado voluptiosa y llamativa como para unos trozos de cartón.
-Ágata, no importa lo que hagan, simplemente está ahí. Admirala, no importa lo que hagan.
-Usted no tiene curiosidad?
-Si, pero no por eso hay que dejarse dejarme llevar por esta. La cosa es que la fábrica está. Tal vés nisiquiera sea de cajas ¡Qué más da! seamos felices sabiendo lo que tenemos en nuestras mentes.
-Eso tiene bastante sentido
-Pequeña Ágata, no todo debe tener un sentido...
Claro, no debía significar nada el que su hermana le hubiese dado ese paquete de drogas, simplemente sucedió. De todos modos el pecado no está en tenerlo, sino en drogarse y aún así, el verdadero pecado está en que el resto sepa que me he drogado. Pero no lo haré. No es que no me guste "pecar", nisiquiera tengo una religión como para que me diga eso, o al menos aun no...
-Gracias señor... eh, nunca me ha dicho su nombre
-Cassiel, mi nombre es Cassiel.
-Creo que no nos hemos presentado aún, mi nombre es Ágata y estoy aquí por lo mismo que usted y no es porque me crean loca.
-Me alegra el oír eso, pequeña aprendiz.Espero estés un largo tiempo con nosotros, hay mucho que debes saber y decir.
-Tengo miedo a hablar.
-No te preocupes, estás entre los nuestros, si estuvieras afuera y hablaras te traerían aquí. Este es el mejor lugar para decir verdades.
La pequeña la miró con admiración y le abrazó.
-Muchas gracias.
-No pequeña, no hay nada de que agradecer, aún no...
 
Expulsado porAmanda~Pajarandina at 20:12 ¤ Permalink ¤ 0 Palabras Bonitas
jueves, 20 de diciembre de 2007
VII
Para cuando despertó no recordaba nada. Trató de abrir los ojos, pero se sintió muy mareada:
-¿Dónde estoy? ¿Quien soy? ¿Quién más esta aquí?...-pensaba en esos desesperantes segundos- contéstate eso y estamos al otro lado…
No había pasado ni un minuto cuando irrumpió de golpe la enfermera de turno:
-A despertarse, su desayuno las espera!!- grito con un tono que hubiese energizado a cualquiera. Recién ahí ágata recordó todo lo sucedido anteriormente:
-uff, que obvio…como no caí antes- se dio una palmada en la frente.
La revisaron para ver su estado, estaba un poco aletargada por la droga inyectada la noche anterior, pero aparte de eso estaba bien. Quiso hacerse la desentendida con la enfermera que la llevaba a lavarse:
-señorita… me duele mi bracito- la tipa la miro de reojo y vio que le hacia pucheritos.
-es normal pequeña…, no te preocupes-
-¿que es lo normal para usted?-
-¿por que me preguntas eso?-
-pues porque para mí no es normal que una parte de mi cuerpo este medio amoratado, que me duela, y que no recuerde lo que pasó anoche…-
-bueno, después de un tiempo aquí tu visión de normalidad cambiara- contestó con una sonrisa- solo será cuestión de costumbre- y la metió al baño.
Quedo pensando en lo que le dijo ella un buen rato, tenia razón…en su jerga claro, pues nunca había creído en la normalidad como algo verdadero.
Ya eran las 8 de la mañana y todos estaban sentados en una larga mesa, el mismo anciano que le había explicado la vida de ese tal Beethoven la saludaba desde un extremo de la misma:
- vaya, ya has hecho un amigo – le comentaba la enfermera que la seguía a todos lados.
- No, yo no tengo amigos-
- Pues aquí no te harían nada de mal- le dio un empujoncito- ve a sentarte con el, quizás tiene una que otra historia que te interesara…
Termino yendo por mera curiosidad. El anciano sacó el abrigo de chiporro que había en el asiento dejándoselo libre, esta vez el hombre se veía mas en nuestro mundo, no paraba de sonreírle y esto incomodaba a Ágata. Se sentó y tomó su desayuno esperando que el tipo le hablara, cosa que no sucedió, así que partió ella (tenia que conocer debilidades ¿no?):
-disculpe ¿Por qué sonríe tanto?-
-¿y por que no hacerlo pequeña ágata?- le contesto al instante luciendo con mas orgullo sus piezas dentales. La niña se sorprendió un poco, no recordaba haberle dicho su nombre, pero ya habría tiempo para averiguarlo después.
-No lo sé… es raro ver a una persona sonriendo aquí- y como para asegurarse dio un vistazo rápido por la habitación. Algunos reían, pero no sanamente como el caballero.
-hay cosas raras que solo son, la rareza generalmente no tiene explicación-
-¿qué es la rareza para usted, señor?- quería llegar a ese punto.
-una cosa maravillosa…algo que solo pocos admiran y comprenden, algo que es mal visto por gente que se cree “normal”- ensancho mas la sonrisa y casi susurrándole dijo: algo que me gusta, y tal vez por eso me gustas tu. La niña no se inmuto siquiera:
-¿le parezco rara?-
-creo que todos los que estamos aquí somos raros a nuestra manera-
-¿Por qué esta aquí usted?- quería saber, quería tocar al viejo en algún punto de sus sensibilidad.
-Por mi propia cuenta-
-¿Cómo es eso?- comprendía perfectamente a lo que se refería, pues ella también había elegido estar ahí, pero quería escucharlo de su boca para sentirse complacida.
-¿que no entiendes?, el destino esta en las manos de cada uno, yo decidí que mi destino se desarrollara aquí, creo que hay mucho mas que ver y aprender en un lugar como este en comparación con el monótono mundo- termino de tomar su té y lo que le quedaba de pan- creo que tu lo sabes mejor que yo… hablaremos luego, tengo que hacer mis cosas.
Se paró y se fue por un pasillo que daba al patio. Ágata en tanto quiso tomar su té, pero se dio cuenta que estaba frío -no importa ya- lo tomo de un sorbo y dejo el pan ahí, se paró y partió por el pasillo contrario al que se había ido el viejo.
Mientras caminaba pensaba en la conversación reciente -ese hombre se ve bastante cuerdo, no logro entender que hace aquí y por que sonríe tanto- . Se sentía un poco cansada así que se sentó en el piso apoyada en la pared “creo que tu lo sabes mejor que yo…” claro que sabia que el mejor lugar para aprender era un manicomio, pero ella era la que debía interpretar.¿ Por que hablaba y respondía tal como lo habría hecho ella?, ¿por que la acosaba con la vista?, le clavaba en las pupilas. Se sentía expuesta y en un nuevo arrebato comenzó a gritar.
Al rato estaba en una pequeña sala con una enfermera y un vaso de agua a la mitad en frente:
- ¿usted ve el vaso medio lleno, o medio vacío?- le pregunto a la enfermera en su tono adormecido.
- Mejor deja de fijarte en eso y tómatelo- le contesto esta en un tono afable.
- Quiero que me conteste, después me lo tomare con gusto-
- Esta bien… veamos- tomo el vaso – lo veo medio vacío, ¿que tiene?- ágata sonrió.
- Nada, no tiene nada- se lo quito de las manos y se lo tomo entero- ¿así que depresión, amiga?
- Tu ¿como sabes eso?- parecía consternada.
- Me lo acaba de decir, y ahora confirmar-miraba el vaso vacío con especial cuidado, como si le tuviera una sorpresa o algo por el estilo. En eso entró otra joven enfermera de aspecto hiperactivo:
- Ágata, tienes visita- dijo mientras le tomaba un brazo y le ayudaba a pararse
- ¿Quién es?- pregunto esta sin soltar el vaso
- Creo que tu hermana-
- Já, ¿esta drogada?- tenia una sonrisa burlona que se acentuaba con sus dilatadas pupilas y sus torpes pasos
- ¿Por qué dices eso?
- Porque sobria nunca me vendría a ver-
La enfermera no le contesto y se la llevo por el largo de una habitación que convergía en la sala de espera, ahí estaba su hermana, con el pelo suelto, la cartera entre las manos y esa maldita manía de mover la pierna cuando estaba “nerviosa”.
-voy sola, no se preocupe – decía mientras se sacaba la molesta mano de la enfermera de su cintura.
-¿segura que puedes?-
-claro, descuide- y emprendió su camino sola.
 
Expulsado por...ImportaRealmente? at 14:18 ¤ Permalink ¤ 0 Palabras Bonitas
domingo, 16 de diciembre de 2007
VI
Salió de su "acogedora" habitación y caminó por los interiores del hospital psiquiátrico.
Encontró un baño en estado deplorable, habitaciones por montones (todas bastante estrechas por cierto), una pequeña recepción de invitados bastante descuidada (por el hecho que nadie pensaba en ir de visita a un manicomio).
Mientras vagaba por los pasillos escuchó desde un lugar no muy distante una melodía que le pareció graciosa. La siguió y la condujo a la habitación en donde estaba un anciano de unos 50 años de rasgos finos y rostro arrugado. Sus pupilas estaban dilatadas, parecían estar en otra dimensión. Se sentó a los pies de la cama en donde estaba postrado este hombre y se quedó escuchando esa melodía. No era muy larga, era de aproximadamente unos tres minutos, pero en ese breve lapso de tiempo le provocaba muchas cosas en su interior. Guiada por la curiosidad le preguntó al abuelo “¿Quién es?”, a lo que le respondió casi por inercia “Beethoven”. “Vaya quién haya sido este Beethoven, realmente era bueno”, dijo en tono amigable la pequeña. “Por supuesto que lo fue, era el mejor de su época. Impuso una nueva manera de componer música, cambió todos los esquemas que existían. Es por eso que lo recordamos hasta el día de hoy, por que vio más allá de lo que había, y adivina qué, no estamos tan alejados de él como parece, él también era tratado de loco como muchos que estamos acá adentro. Aparte era discriminado por tener sífilis. Creo que eso fue la base de todo, la enfermedad le cambio la mente, la visión del mundo. Aunque de ves en cuando tenía sus crisis de pánico, pero a un genio se le puede perdonar todo por el sólo hecho de ser genio”. La niña quedó reflexionando sobre aquello que le dijo el abuelo, algo le llamó la atención sin saber por qué. El hombre al ver el semblante de la pequeña le preguntó el nombre, pero ella no quiso responder. Se puso de pie y salió de la habitación. Algo extraño le había hecho ese tal Beethoven, sea lo que hubiese sido era completamente extraño para ella. Dentro de sí sintió una leve sensación de calor maternal inexplicable, se sintió como un bebé indefenso en ese momento, no sabía que hacer así que corrió hasta llegar al comedor en donde la enfermera que había visto anteriormente le dijo que la estaba esperando hace un tiempo ya, que el té se le estaba enfriando y el pan poniendo duro. Al terminar de decir esto la pequeña abrazó a esa mujer que emanaba olor a medicinas para locos. Extrañada ella, le correspondió el abrazo, la tomó en sus brazos e intentó darle palabras de aliento “No te preocupes, todo estará bien, yo te cuidaré y no voy a dejar que nada malo te pase. Te lo prometo”. Al momento de oír esas últimas palabras la niña se indignó. Botó el té que tenía sobre una pequeña mesa y el pan lo molió con sus débiles manos. Al terminar el acto se lanzó al suelo a lanzar horrorosos gritos. La enfermera sacó ágilmente una jeringa que traía en su bolsillo para estas ocasiones e inyectó a la infante en uno de sus brazos. Su rostro de dulzura se había tornado serio nuevamente y le susurró al oído a la niña “Te dije que no intervinieras en lo mío si querías seguir con vida, pequeña mocosa”. Tomó el cuerpo inconsciente y lo llevó hasta su catre en donde la vistió con ropas nocturnas y la acostó.
 
Expulsado porAmanda~Pajarandina at 22:59 ¤ Permalink ¤ 0 Palabras Bonitas
jueves, 13 de diciembre de 2007
V
La habitación tenía alrededor de 4 camas de fierro desgastado, colmadas de ese olor insaciable a diazepam o benzodiazepina, esas drogas sedantes que te meten dentro con un vasito de agua sin mayor dolor.
En 3 de las camas había niñas de su edad, una acostada boca arriba mirando el techo, otra siendo atendida por una enfermera ya que le habían dado ataques convulsivos y la ultima tenia amarradas ambas manos a la cama. Las miraba indiferente:
-están así por que se lo buscaron- decía para sus adentros.
-si te portas bien no tendremos que recurrir a eso- le comentaba la enfermera mientras ordenaba su cama –ellas han sido niñas revoltosas- esbozo una sonrisa cínica en su grado máximo.
- me habla como si no supiera donde estoy…- no la miraba, pero sabia exactamente que cara pondría – conozco las reglas de lugares así, y también se que ese tonito amigable de su voz se esfumara en un par de días…- sonrió - pero si gusta podemos jugar este juego de a dos.
La enfermera no respondió, se limito a estirar las sabanas y dejar las maletas de la niña bajo la cama, como si no la hubiese escuchado. Solo cuando se iba yendo volteo un instante:
-podríamos llegar a ser buenas amigas pequeña, no interfieras en lo mío, y será todo color de rosa…- no la dejo terminar
- no me gusta el rosa, ¿sabe?- agrego con ese tono sarcástico- me produce algo así como repulsión...- puso cara de aburrimiento- mi vida siempre ha estado exenta de acción, pero sinceramente espero que aquí cambie- soltó una carcajada fúnebre- gracias por hacer la cama, ahora si me permite, estoy cansada- subió a su catre y simulo arreglarse para dormir, espero a que se fueran todas las enfermeras de la habitación para ponerse de pie nuevamente.
Se fue paseando cama por cama para ver que padecía cada una, la que había tenido los ataques espasmódicos sufría de esquizofrenia, y deliraba a cada instante. La otra que miraba fijamente el techo: depresión endógena y la que estaba amarrada: ansiedad de pánico, lloraba silenciosamente, temerosa de una muerte imaginaria:
-excelente, mentes manipulables- al final de la habitación había una ventana y del otro lado un peral bien nutrido – ¿pueden ser tan imbéciles de poner un árbol junto una ventana?, tiene un cartel que dice “fúgate por aquí”… eso deberá cambiar, necesito esta gente, no me sirve fugada- estaba en estos razonamientos internos cuando entra la enfermera nuevamente. No hizo ruido alguno, pues su intención no era regañar ni asustar a ágata, se acerco suavemente por sus espaldas:
-ágata…-
-Ya voy, aunque igual no tengo hambre, sabes?
- Tu…Como sabes que venia a avisarte sobre la once…?- la miraba desentendida
- pues la gente puede ser muy predecible- se retracto un poco, y prefirió confundirla- aparte el sol se esta poniendo, siempre tomo once a esta hora
-ah, pues claro… me asustaste pequeña – exhalo un pequeño suspiro de alivio- vamos entonces, se mueren por conocer a alguien tan encantadora como tu-
- de acuerdo, pero deja ponerme algo lindo, ¿ya?- se obligo a poner ese tono vanidoso que supuestamente le corresponde a las tipas de su edad y al parecer contento a su interlocutora, pues esta se dio media vuelta y salio de la habitación.
-aquí estamos… solo debo mover las piezas correctas y todo saldrá a la perfección.
Se puso un chaleco mas o menos decente, y salio de la habitación rumbo al comedor.
 
Expulsado por...ImportaRealmente? at 14:31 ¤ Permalink ¤ 0 Palabras Bonitas